sábado, 29 de agosto de 2009

Georgette y su Obra de Dar a Conocer a Vallejo


Por: David Torres

Como muchas de las mentes más brillantes e ilustres de la universalidad, Cesar Vallejo murió joven, es decir a los 46 años de edad, allá en Paris - Francia, patria de su esposa Georgette Vallejo, un 15 de abril de 1938.

¿Quien conocía a Vallejo en esa época? En realidad muy pocos, solo el círculo de amigos intelectuales y artistas con quienes Vallejo se reunía en Europa, y en el Perú los amigos académicos de su juventud y los que leyeron sus primeros obras, quienes solo saborearon a un Vallejo de 31 años de edad en proceso de madurez, madurez que alcanzo y cuajo en Europa.

Cesar Vallejo partió cuando tenía 31 años del Perú a Europa, para nunca más volver un 17 de junio de 1923, y como ya mencione, murió un 15 de abril de 1938 con muy poca fama. ¿Quien entonces se encargo de “hacerlo” universal”? obviamente fue Georgette.

Ella con los amigos de Vallejo se dio el encargo de “entregarlo al mundo”, publicando sus obras, dando a conocer su vida, interpretando sus obras, es decir exponenciandolo para que la gente lo reconociera por su obra. Muchos, como al principio y hasta ahora, no entienden al gran poeta, tildándolo de “lúgubre” por hablar del drama humano desde otra perspectiva, dimensión antes no usada, como cuando escribió: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!”.

Georgette, 13 años después de la muerte de Vallejo pudo viajar al Perú, llego al puerto del Callao un 06 de mayo de 1951, donde fue recibida con alto aprecio. Lo que más deseaba Georgette cuando llego al Perú, era conocer Santiago de Chuco, cuna del poeta, ella quería conocer la casa familiar, la huerta, los parientes, los paisajes, en fin todo lo que Vallejo le contaba con nostalgia de su patria y pueblo.

Georgette Vallejo, vino al Perú para quedarse, donde murió en 1984, pues amaba la tierra de su esposo. Allí ella realizo quizás unas de las obras más importantes, escribir el libro acerca de su esposo “Cesar Vallejo” en francés, el cual lo corrigió con rigor.

Vallejo ahora es inmortal, para muchos el más grande todos los tiempos, Georgette ayudo en eso: publico sus libros y poemas póstumamente, hablo de él a todos, escribió de él con justicia, viajo por el mundo por él, se opuso a que su cuerpo fuera desenterrado del cementerio de Paris, lucho infatigablemente por su fama, hasta que lo alcanzó; y finalmente en el año 1970 pudo trasladar el cuerpo del poeta al cementerio de Montparnasse, lugar donde el poeta había señalado que le gustaría descansar. Quizás por ello, después de tanto esfuerzo, lucha y sacrificio por Cesar Vallejo, Georgette mando escribir con cariño, a manera de epitafio en la nueva tumba del poeta: “He nevado tanto, para que duermas”…

Gracias Georgette.
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